24/12/11

POR UNA NUEVA NATIVIDAD


“La historia es objeto de una construcción cuyo lugar no es el tiempo homogéneo y vacío, es un tiempo saturado de ‘ahoras’ –continuum de la historia”. Dice Walter Benjamín llamando a mirar críticamente nuestra historia, porque “articular históricamente el pasado no significa conocerlo como ‘el de hecho fue’. Significa apropiarse de una reminiscencia, tal como ella relampaguea en el momento del peligro.”
“(...) El peligro amenaza tanto la existencia de la tradición como los que la reciben. Para ambos, el peligro es el mismo: entregarse a las clases dominantes, con sus instrumentos. En cada época, es preciso arrancar la tradición al conformismo, que quiere apoderarse de ella.”
Pero es preciso distinguir entre la Tradición como principios de cualquier pueblo de la humanidad, de la “tradición” que se impone y se inculca por los dominantes hasta naturalizarse siendo incorporada y objetivada usurpando el lugar de los legados de los pueblos, de la humanidad. Una tradición usurpadora que naturalizada es conformista. Una tradición donde ni nuestros muertos están en seguridad, porque ese conformismo los condena al olvido.
Benjamín grita en cuanto escapa y resiste, en su pasaje de fronteras, de las imposiciones arbitrarias, del autoritarismo y del militarismo. Pide arrancar los legados de la humanidad de la anestesia y de la amnesia en que han sido sumergidos. El llama y muestra otra forma de mirar para el tiempo “en un ahora”, en el cotidiano, para poder encontrar y despertar del pasado, de nuestros pasado “las centellas de la esperanza”.
“Y ese enemigo no ha cesado de vencer” desde la imposición de un dios sol, o del robo por decreto imperial de un pesebre de la historia de un pueblo y su rebeldía condenada en una cruz, hasta los sofisticados pinos y nieve artificial del comercio y consumismo de Papa Noel. Marasmo y conformismo de la historia impuesta y que petrificada se conmemora.
Pero hay fuegos como centellas de esperanza de una reminiscencia que relampaguea… Es una forma de “salvar el pasado en el presente” y en el encontrarnos nosotros mismos. Benjamín pide rememorar y hacer esa otra historia de personas inquietas, de rebeldes, locas, brujas, desadaptadas, bandoleras e indignadas…
Es la “realización posible de esa realización anterior, que podría haberse perdido para siempre, que aun puede perderse si no la descubrimos, inscrita en las líneas de lo actual.” Son centellas de esperanza, reminiscencias que relampaguean como soles de media noche. Serán nuestros pasos abriendo las nuevas alamedas, de nuevos nacimientos, de nuevos alumbramientos, de una nueva natividad… Es poder entender y decir como aquel escrito del padre Lopera en una villa miseria de desplazados en Barranquilla, que “CUANDO EL PUEBLO DESCUBRA SU OPRESOR SERÁ NAVIDAD…!!!”

Mauricio J. Avilez A.

POR UMA NOVA NATIVIDADE


“A história é objeto de uma construção cujo lugar não é o tempo homogêneo e vazio, mas um tempo saturado de ‘agoras’ -continuum da história”. Diz Walter Benjamin chamando a olhar criticamente nossa história, porque “articular historicamente o passado não significa conhecê-lo como ‘ele de fato foi’. Significa apropriar-se de uma reminiscência, tal como ela relampeja no momento de um perigo.”

“(...) O perigo ameaça tanto a existência da tradição como os que a recebem. Para ambos, o perigo é o mesmo: entregar-se às classes dominantes, com seu instrumento. Em cada época, é preciso arrancar a tradição ao conformismo, que quer apoderar-se dela.”

Mas é preciso distinguir entre a Tradição como princípios de qualquer povo da humanidade, da “tradição” que se impõe e se inculca pelos que dominam até se naturalizar sendo incorporada e objetivada usurpando o lugar dos legados dos povos, da humanidade. Uma tradição usurpadora que naturalizada é conformista. Uma tradição onde nem nossos mortos estão em segurança, porque esse conformismo os condena ao esquecimento.

Benjamin grita em quanto escapa e resiste em sua passagem de fronteiras das imposições arbitrarias, do autoritarismo e do militarismo. Pede arrancar os legados da humanidade da anestesia e a amnésia em que têm sido submergidos. Ele chama e mostra outra forma de olhar para o tempo “em um agora,” no cotidiano, para poder encontrar e despertar do passado, de nosso passado “as centelhas da esperança.”

“E esse inimigo não tem cessado de vencer” desde a imposição de um deus sol, ou do roubo por decreto imperial de uma manjedoura da historia de um povo e sua rebeldia condenada em uma cruz, até os sofisticados pinheiros e neve artificial do comercio e consumismo de Papai Noel. Marasmo e conformismo da historia imposta e que petrificada se comemora.

Mas há faíscas como centelhas da esperança de uma reminiscência que relampeja... É uma forma de “salvar o passado no presente” e em ele encontrar a nós mesmos. Benjamin pede rememorar e fazer essa outra historia de pessoas inquietas, de rebeldes, locas, bruxas, dês-adaptadas, bandidas e indignadas...

É a “realização possível dessa realização anterior, que poderia ter-se perdido para sempre, que ainda pode se perder se não a descobrimos, inscritas nas linhas do atual.” São centelhas de esperança, reminiscência que relampeja como tochas de media noite,. Serão nossos passos abrindo as novas alamedas, de novos nascimentos, de novos alumbramentos, de uma nova natividade... É poder entender e dizer como aquele escrito do padre Lopera em uma Vila miséria de refugiados na cidade de Barranquilla, que “QUANDO O POVO DESCUBRA SEU OPRESSOR SERÁ NATAL...!!!”

Mauricio J. Avilez A.